domingo, 25 de agosto de 2019

Amantes de mis cuentos: En un remoto lugar


 
Érase una vez… en la sabana africana, vivía un león llamado Alex que tenía una melena rubia espectacular y cuando corría por el páramo el viento la levantaba como diciendo adiós. Sus ojos eran claros, reidores y hacían las delicias de cuantos le rodeaban, porque Alex era el león más noble, más leal, más fuerte de todos los leones del mundo.

Un día no pudo esquivar los peligros que entraña la llanura y le hirieron en una pata.

‒¿Por qué? Preguntó Alex León dirigiéndose a otros animales.

‒¿Por qué? Interpeló a los arbustos.

‒¿Por qué? Rugió mirando hacia el cielo.

Nadie se atrevía a contestar.

Y sollozando decía:

‒Ya no podré llegar a ser el rey de la selva.

Imperaba un gran silencio cuando se oyó una voz que salía del bosque circundante. Era su amigo James, el Pájaro Cantor, que así le habló:

‒Pronto sanarás. Cierto es que ya no podrás cazar con tanta destreza como antes, pero para eso, aquí están tus amigos.



‒Cuá, cuá, cuá, ¿qué sucede? ‒graznó el equilibrista Alvin Pato que andaba todo el día saltando en una sola pata para llegar a ser célebre.
 



‒¡Hola chicos! ¿Alguna novedad? ‒se acercaron las tres Ardillas Escritoras:
Lu Mei, Katherine y Abby.



Tras explicarles lo que sucedía tomaron el mando:


‒Tranquilidad, ante todo, amigos. Nosotras nos haremos cargo de alimentar a Alex, mientras no pueda salir a cazar.

 
‒¿Y a mí? ‒preguntó Ratoncita Bonnie.

‒A ti te comeré de un solo bocado.

 
Era Archie Impala que saliendo de la nada parecía querer abarcarlo todo con sus grandes ojos.

‒¡Ay, no! ¡No hagas eso, por favor! ‒chillaba Ratoncita Bonnie‒. Yo soy pequeña, además tú solo comes hierbas, hojas y semillas, no merezco terminar en tu barriga, seguro que con los saltos que das me marearía estando dentro de ti.

‒Grrrrr ‒rugió Alex León‒ Archie Impala te lo advierto, no pongas en peligro a mi amiga Bonnie, porque tendrás que enfrentarte a este león mal herido, que soy yo.

‒Y como hagas daño a Bonnie Ratoncita te picoteo el trasero con mi pico ‒amenazó Alvin Pato, mirándole de reojo.

Archie se marchó cabizbajo. No podía enfrentarse a tanta bondad. Pero de pronto… se dio la vuelta y con sus largos cuernos amenazantes, que hizo que todos temblaran por dentro, prometió portarse bien, quería sentir lo que era tener buenos amigos.

Y desde entonces en aquel lugar recóndito la amistad se hizo con el control.

© Marieta Alonso Más


No hay comentarios:

Publicar un comentario