domingo, 24 de septiembre de 2023

Amantes de mis cuentos: Caña cortada

  


 

En un país muy lejano obligaban a hacer trabajo voluntario. Cortar caña. Ninguno de los encaramados en aquel camión había tenido nunca un machete entre sus manos.

El jefe de cuadrilla al llegar al cañaveral les enseñó cómo hacerlo. Si eres diestro agarras el machete con la mano derecha y con la zurda agarras la caña. Así lo hicieron. El maestro dijo:

—Dar con el machete un tajo en la parte inferior. Te quedas con la caña en la mano izquierda y la tiras al montón.

Lo hizo como muestra. Ya se sabe lo fácil que es todo cuando es otro quien lo hace. Fue muy duro pasar del asfalto a la tierra con una clase de diez minutos.

Hay que ver lo que pesa el machete cuando no se tiene costumbre, los guantes no son nada manipulables, sientes las hojas que rodean la caña de azúcar pinchándote por todo el cuerpo.

El tiempo se eternizó. Se perdieron tres piernas. El cañaveral quedó ensangrentado.

 


© Marieta Alonso Más

domingo, 10 de septiembre de 2023

Amantes de mis cuentos: Las mil y una teorías

 




Aunque para algunos la física cuántica es totalmente esotérica, complicadísima,  aburrida, resulta que incide en nuestra vida cotidiana cuando utilizamos las puertas automáticas, la televisión digital, el microondas, los rayos X, los aparatos de resonancias… Según mi vecina que es muy culta, lee mucho y saca sus propias conclusiones sobre esta revolución tecnológica, somos un 96% de energía. Y piensa en la posibilidad de que al morir una persona pueda su energía emerger de ese cuerpo y posarse en el bebé que nazca en ese instante.

Mente pensante, la mía, se ha puesto en acción y sería fantástico que en mi próxima reencarnación algunas de esas energías hiciera que me casara con un hombre que solo tuviera ojos para mí, que supiera cocinar y me llevara de la ceca a la meca. También sería estupendo que saliera con los ojos de Liz Taylor, la elegancia de Grace Kelly, la inteligencia de Marie Curie.

¡Ay! Si tuviera tiempo estaría todo el día escribiendo novelas que emularan a El Quijote de Miguel, o cuentos que gustaran tanto como los de Antón, también podría escribir obras de teatro al estilo de William.

Si al nacer mis hijos, esas energías, las buenas, por supuesto, recayeran en ellos no tendría problemas. Formaríamos un buen equipo trabajando concienzudamente para que a su madre le dieran el Nobel de Literatura, el Premio Cervantes, el Princesa de Asturias  y hasta una silla en la RAE. Sería estupendo.

He de espabilar. Acabo de llegar del trabajo. Son las siete de la tarde y aún tengo el fregadero lleno de cacharros y las camas sin hacer. 


¡Qué cansancio da el soñar!

 


© Marieta Alonso

domingo, 3 de septiembre de 2023

Amantes de mis cuentos: Almas gemelas

 




La cocina es un lugar sagrado. No debo entrar en ella. Lo digo alto y claro. No me gusta cocinar. Y estoy segura que a ti, Claude Monet, tampoco te gustaba. Sí, por supuesto que pintaste estancias amplias y bien equipadas donde los cobres colgaban en la pared, y que llevabas en los bolsillos cuadernos de cocina en los que apuntabas recetas e ideas culinarias, pero no creo que pasaras tiempo cortando cebollas, ajos, pimientos… No. No me quieras engañar. Para eso tenías una cocinera con su ayudante, a los que imagino volverías locos rondando cada día en sus dominios. Lo que te gustaba era esa sensación de vida que emanan las cocinas.

Creo que con lo que disfrutabas era comiendo. Como yo. Que sepas que me encanta la tarta Tatin, sí esa que bautizaste en honor de aquellas hermanas amigas tuyas. Yo también llevo cuadernillos en el bolso para apuntar las recetas de mis amigas. Aunque no las haga, me gusta leérselas, saborearlas, cuando otros la hacen. A ti también te fascinaba comentar tus fórmulas en la sobremesa, en esas famosas comilonas que dabas en tu casa de Giverny.

¡Oh, Claude! ¡Cuántas cosas tenemos en común! Dicen que tuviste tres pasiones: la naturaleza, la pintura y la gastronomía. Yo también tengo tres pasiones: el mar, la escritura y la paella del señorito con la que no te manchas los dedos de las manos. No sé si llegaste a probar la tortilla de patata, con o sin cebolla, ¡deliciosa de cualquier manera!, de no ser así busca la manera de incorporarla en tu recetario allí donde estés.

 

© Marieta Alonso Más 

 

domingo, 27 de agosto de 2023

Amantes de mis cuentos: El regalo de mamá

 




 

Para que a mis ocho años fregar no se convirtiera en una pesada obligación mi madre me hizo un delantal con dos grandes bolsillos de un retal floreado que encontró en el fondo del armario.

Decía que era para proteger el uniforme del colegio y el vestido de los domingos. Me encantó. Era la primera prenda realmente mía, siempre heredaba los vestidos de una prima hermana algo mayor que yo.

Aún lo conservo. Tiene algunos remiendos, pero si no lo revisamos a conciencia parece nuevo. En él veo reflejada mi vida al completo. Con él aprendí a cocinar, a no quemarme cuando había que quitar la sartén del fuego y el bolsillo derecho sirvió para guardar mi primer jornal ganado como asistenta en la casa del alcalde.

Toda ufana se las di a mi madre. De un manotazo se libró de unas lágrimas que brotaron sin su permiso de aquellos ojos cansados. Puso las monedas sobre la mesa. Tomó la mitad para gastos de la casa, la otra mitad la volvió a dividir, una parte la introdujo en una lata de café Marcilla para imprevistos, hija creces muy deprisa y pronto necesitarás un par de zapatos. El resto lo guardó en una caja de galletas Royal Dansk que la mujer del juez de paz había tirado a la basura. Terminantemente prohibido tocar lo que allí se fuera ahorrando. Serviría para que pudiera estudiar.

En guerra aquel delantal sirvió para esconder lo que pillaba. Una vez robé patatas y allí fueron a parar. Otra vez fueron dos huevos. Los cuscurros no se cuentan como botín.

Han pasado muchos años. Pude estudiar gracias a los tirones de oreja de mi madre cuando en vez de estar ante un libro me iba a jugar con mis amigas.

Me casé y tuve una hija a la que enjugué lágrimas, lavé su cara sucia y limpié sus mocos con aquel delantal hecho por mi madre a la luz de un candil.

Hoy me ha pedido que se lo deje en herencia. Me lo quité bien despacio, era como si me desprendiera de mi propia piel. Y con voz quebrada le dije: Comienza a usarlo, ya, que te lo quiero ver puesto.

 

© Marieta Alonso Más

domingo, 20 de agosto de 2023

Nuevo Akelarre Literario nº 95: Mercado de abastos

 



Mercado: 

El origen más remoto que se ha podido rastrear de este vocablo latino es la raíz «merk» empleada por los etruscos para formar palabras relativas a la compra y venta. Se relaciona con Mercurio, dios del comercio.

Este mes nuestros cuentos van desde el primer trabajo de un niño, a la confusión de una esposa, la planificación de un cambio de vida o la disyuntiva de una joven ante su pasado y el presente.


Pincha en el link

https://www.nuevoakelarreliterario.com/mercados/ 


Y disfrutad de ellos

domingo, 13 de agosto de 2023

Amantes de mis cuentos: Paseo por el parque

 




No sé por qué me he puesto el abrigo y me he venido al parque con el frío que hace.

Pocas veces lo he visto tan blanco. Será porque son las siete de la mañana y toda la noche se la ha pasado nevando.

Me gustaría escuchar la voz de Emma susurrando en mi oído que todo ha sido una broma, que ella sabe perdonar, que es comprensiva.

Miro hacia atrás y veo mis huellas en la nieve, bien dibujadas, una detrás de otra, marcando mi solitario caminar. Ojalá ella estuviera aquí. Las pisadas darían fe que no me ha abandonado. Tal vez su brazo estaría alrededor de mi cintura y sus uñas marcarían en mi piel «te amo» como aquella vez que lo escribió en una pegatina y eligió mi calva para colocarla.

Los patos del estanque creen que les voy a echar pan y se acercan. Ingenuos si no tengo nada en los bolsillos.

Me sobresalté al oír un ruido y pensé que era ella que se le había ocurrido igual que a mí… venir a llorar nuestra despedida. No, ella no llorará. El culpable he sido yo. Mala suerte la mía. No supe ser precavido. He perdido lo único bueno que tenía por un rato agradable con una desconocida.  

 

 

© Marieta Alonso Más

domingo, 6 de agosto de 2023

Amantes de mis cuentos: Adicta a las telas

  



No lo puedo evitar. Me gustan. Todo comenzó en el neolítico cuando empezaron a hilar el lino para el verano y la lana para el invierno, hasta inventaron el huso y el telar y eso que yo no estaba allí para incentivarlos. Tampoco es culpa mía que en la antigua China, alrededor del año 3000 a.C., ya fabricaran tejidos de seda, si ni siquiera tengo los ojos rasgados. Y con México, qué tengo que ver con México y sus algodones y fibras sacadas del maguey. Pero mi madre pone en tela de juicio todo lo que digo.

No es culpa mía este amor por las telas. Lo es de quienes me bautizaron con el nombre de Atenea, esa diosa tan diestra con las manualidades. Estoy orgullosa de llamarme así, pero mi madre que no tiene pelos en la lengua, dice que debió ponerme Aracne, porque soy tan alocada como ella. Por lo visto, Aracne se creía la mejor trabajando con el telar y por boca-chancla dijo que era incluso más hábil que Atenea. Para zanjar la cuestión recurrieron a una competición de telares, que en aras de la verdad ganó Aracne. Su trabajo era precioso. Los malditos celos hicieron que Atenea la convirtiera en una araña para que se pasara todo el tiempo tejiendo, tejiendo sin parar.

Me dio un escalofrío escucharla. Una cosa es que me gusten las telas y otra muy distinta que me conviertan en araña. Cierto es que tengo un armario repleto de piezas de casi todos los tejidos. Pero cada cual colecciona lo que quiere, ¿no? Unos recopilan sellos, otros zapatos y yo rollos de telas.

Al pasar mi mano por los distintos tejidos siento el trabajo de todas aquellas tejedoras que se vieron en la necesidad humana de protegerse del frío, de la lluvia, o también ¿por qué no?, por el simple placer de lucir esos bonitos paños, y me pregunto qué hablarían o si habría rencillas entre ellas, si soñaban con desfilar sobre una alfombra roja como hacen las modelos de hoy en día, o si competirían como lo hicieron Aracne y Atenea.

 

 

© Marieta Alonso Más