Me sienta fatal que me digan:
- ¡Qué bien está usted… a sus años!
Mejor si se ahorrasen la coletilla.
Que tengo noventa y ocho años es verdad, que hasta ahora no he necesitado de nadie, también es verdad, que aparento mucho menos, verdad verdadera.
Siempre he subido y bajado las escaleras corriendo pero ahora noto que voy más despacio. Nunca he necesitado agenda porque todo lo tenía registrado en mi cabeza pero hoy he ido al médico y resultó que la cita era para ayer. Me atendió de todas formas y para mi sorpresa me recetó un medicamento cada ocho horas, cuando las únicas medicinas que he tomado a diario en mi vida, son dos jarras de cerveza con alcohol bien fría (las sin alcohol son una mariconada) y mucho jamón serrano.
No sé qué será de mí en la vejez.
De momento voy a cambiar de médico.
© Marieta Alonso Más
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