Se levantó en puntillas y cerró la puerta de su habitación. Solo entonces encendió la luz y se sentó en su mesa de estudios ante una hoja de papel en blanco.
¡Querido papá!
Aprovecho que los abuelos están durmiendo para escribirte esta carta. Te echo mucho de menos. Desde que te has vuelto a casar y han nacido las gemelas, solo te veo de vez en cuando. Sé que me quieres mucho aunque haya dejado de ser tu preferido por aquello del príncipe destronado. Ese dicen mis amigos del colegio.
El abuelo me quiere mucho y juega conmigo al fútbol. La abuela me hace unos macarrones muy ricos. Por las noches aunque yo me haga el dormido me dan besos y me desean felices sueños. Tengo muchos amigos en el nuevo colegio y saco muy buenas notas.
No sé por qué mi nueva mamá no me quiere. Antes de casaros me decía que era un chico muy guapo y muy bueno. Tras la boda nunca más me lo dijo y cuando nacieron las niñas os oí discutir por mi culpa.
Mi mejor amigo me ha dicho que su casa también es pequeña, así que han puesto literas en la habitación de los niños. Es una buena idea ¿verdad?
© Marieta Alonso Más
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