domingo, 31 de marzo de 2019

Amantes de mis cuentos: Hace muchos años fui un... pingüino



El día que conocí a la chica de mis sueños, me ocurrió algo muy extraño.

Nos deslizábamos en un témpano de hielo camino de la Antártida, con un grupo de congéneres que por una fuerza avasalladora nos hacía correr hacia la costa para engendrar y criar a nuestros pequeños en un cómodo nido, un círculo perfecto de pequeños cantos y guijarros.

Listo el nido, nos dedicamos al cortejo amoroso entre las rocas y la nieve. Me sentía feliz. Más tarde tocó proteger a nuestros huevos, defendiéndolos de los depredadores.

A mis crías a la hora de la cena les leía libros sobre naturaleza, para que estuvieran orgullosos de ser quienes eran, que no se sintieran frustrados por no poder volar, que en posición erguida eran el sumo de la elegancia con su plumaje de etiqueta y qué más daba si andando parecían torpes cuando en el agua eran excelentes nadadores.

Ya quisieran los humanos para sí, les decía convencido, tener esa glándula que permite eliminar el exceso de sal al ingerir agua de mar. La escasez del agua dulce dejaría de ser un problema para ellos o para mí. No sé. De momento no estoy seguro de ser quién soy.  


© Marieta Alonso Más

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