Juro que si hubiese sabido cómo era, jamás me habría casado con él.
Soy una mujer enfermiza ¿y a quien sino a él voy a contarle mis penas? Pues ni siquiera me escucha cuando empiezo con mis quejas. Preparo sus comidas favoritas y cuando se lo hago ver, me mira con hastío. No tiene sentimientos. Ni consideración. Ayer, sin ir más lejos, me sentí muy triste pensando en lo sola que me quedaré cuando él se muera y en vez de consolarme me dice que debemos tener esperanzas, que lo más seguro es que él me sobreviva.
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