domingo, 13 de julio de 2014

Amantes de mis cuentos: Un saco de yute

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Foto por Marieta Alonso






María vivía con Euquerio, su marido, en una finca de la costa. 

La cigüeña nunca apareció por su casa. 




Tenía una hermana en un pueblo cercano, a la que iban a visitar todos los domingos, y le llevaban en un saco varios productos de su huerta. 

A Gloria nunca le faltaron papas, cebollas, malangas, frutas…

Un mañana enfermó María y tras un largo sufrimiento murió. 

Fue enterrada en la costa. Gloria la cuidó todo el tiempo y regresó a su pueblo cuando ya no quedó nada por hacer. 

Euquerio siguió con la costumbre de visitar semanalmente a su cuñada. Ella era muy conversadora, él de pocas palabras.

Gloria le decía de vez en cuando:

-Tenemos que averiguar qué hay que hacer para traer a María al cementerio de aquí. Quiero que esté enterrada junto a nuestros padres.

Euquerio decía:

-Bueno.

En otra ocasión le comentaba:

-Mi vecina me ha dicho que cuesta bastante hacer el traslado.

-Sí, eso dicen, contestaba él.

-Me da dolor de corazón pensar que María esté allí tan sola- pensaba en voz alta Gloria.

Euquerio asentía.

Más de una vez dijo:

-En la primera oportunidad vamos a Sanidad y preguntamos los trámites que hay que hacer.

Él, en voz baja, decía:

-Cuando quieras.

Así pasaron unos diez años. Ni una sola semana Euquerio dejó de visitar a su cuñada y, como siempre, venía cargado con su saco y hablaban de trasladar a María. Solo se tenían el uno al otro.

Un día llegó y, después de charlar un rato, Gloria preguntó:

-¿Qué me traes hoy?

Y Euquerio, señalando el saco, contestó:

-A María.



© Marieta Alonso Más

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