domingo, 26 de mayo de 2024

Amantes de mis cuentos: Un guajiro de pura cepa

 




Allá a lo lejos las aguas diáfanas de aquel río se precipitaban. Pero a Bartolo le gustaba darse su baño a diario en el curso bajo donde el caudal era mayor y menor la velocidad de la corriente.

Allí se cepillaba el churre, se ponía panza arriba, panza abajo, se quitaba la pereza, nadaba y disfrutaba del descanso tras la dura faena.

A punto de terminar su baño vio salir de entre unos matorrales a una de sus becerras, la Pinta, en busca de agua fresca. Cuando la novilla se dio cuenta de su presencia, se detuvo bruscamente y alzó la testuz sorprendida.

Bartolo le habló con dulzura:

−No tengas miedo, muchacha.

Y como era de ley no molestar el ganado mientras abrevaba, se mantuvo quieto. Terminó la ternera de beber, lo miró y con toda su calma se fue alejando.

Bartolo esperó que estuviera a una distancia prudencial para salir del agua, no le pareció decente que le viera en cueros.

 

© Marieta Alonso Más

 

 

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