domingo, 22 de mayo de 2022

Amantes de mis cuentos: Vuelta atrás

 




Llegué a Malta por el simple placer de viajar. Con gran esfuerzo, me tuve que levantar de madrugada, conseguí una entrada para ver el Hipogeo de Hal Saflieni, que fue excavado hacia el 2500 antes de Cristo. Es el único templo subterráneo conocido de toda la prehistoria. Casi nada se sabe de las costumbres del pueblo que lo construyó. Y me chifla saber de mis ancestros.

Desde que pisé el primer escalón de ese complejo sistema de galerías, túneles y pequeñas salas me entró un fuerte dolor de cabeza, tan atroz que me hizo cerrar los ojos. Una de las veces ya no los volví a abrir, y mi mente se llenó de imágenes. Miles de huesos humanos se fueron colocando en su lugar y formaron espectros vestidos de blanco. Con gran amabilidad me llevaron a conocer los tres niveles. Las paredes estaban forradas de dibujos. Primero espirales que fueron cambiando hasta convertirse en animales y algunos de éstos se volvieron personas.

Y me contaban que unos fueron artesanos y otros trabajaban la piedra, que los primeros pobladores habían llegado del sur de Sicilia y que eran agricultores. A medida que se iban haciendo viejos eran reemplazados por los jóvenes y vuelta el ciclo de la vida. Allí se encontraban varias generaciones con sus oficios, sus casas, sus vestidos, sus abalorios.

Las guerras se declaraban por un quítame allá esas pajas. Llegaban las lágrimas y luego la paz. Como los hombres no aprenden en cabeza ajena, volvían a declararse la guerra y se repetían esos momentos difíciles por los que pasan los seres humanos.  

Me sorprendió verme en una esquina ante un telar. Tenía la cabeza cana y las manos ágiles. Estuve dando vueltas pero al final me fui a sentar donde yo estaba. Y me oí o la oí, no puedo asegurar nada, que debemos trabajar en lo que más nos guste, sea lo que sea, lo importante es que hay que intentar ser el mejor en lo que hagas.

Alguien me tomó del brazo y comenzamos a caminar. Cuando se me quitó el fuerte dolor de cabeza me encontré en el autobús y había vuelto a mi ser.


Cámara del Santuario


© Marieta Alonso Más

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