domingo, 21 de octubre de 2018

Amantes de mis cuentos: Pánico




Salir a flote es la gota mágica de todo el que naufraga, así meditaba Graciela, mientras intentaba calmarse. 

El tiempo era el único que podía ayudarla -si la analítica daba buenos resultados- a  olvidar todo aquello que no merecía la pena recordar.

Su matrimonio que desde el principio chapoteaba había naufragado. Mucho tiempo llevaba pensando en este momento y ahora que él se había marchado tras un intercambio acalorado de duras palabras sentía no haber dicho todo lo que tenía pensado. Siempre le sucedía lo mismo.

A la superficie brotaba, igual que con el arroz, solo el grano, cuando en realidad lo que tenía valor era lo que quedaba pegado en el fondo del alma y en el fondo de la cacerola y que surgía al encontrarse sola, igual que cuando comía la raspa a escondidas.

El muy cobarde ni siquiera tuvo el valor de decirle la verdad durante todos aquellos años de matrimonio. Y ahora ella estaba en peligro.

Sabía que la engañaba. Él siempre le decía que sus celos eran enfermizos. Le vigilaba y nunca encontró otra mujer a su lado. Siempre con los amigos. Idiota. Ni siquiera le pasó por la mente lo que sucedía. No lo supo hasta hoy, cuando le pidió que no le abandonara, en estos terribles momentos. Se moría.

Su otra pareja, aquél amigo que tantos momentos compartió con ellos, le había sido infiel. El contagio llegó como se suceden las estaciones del año, a su tiempo.

© Marieta Alonso Más

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