domingo, 26 de noviembre de 2017

Amantes de mis cuentos: La ausencia

La Playa de Almería - Darío Regoyos y Valdés
Óleo sobre lienzo, pintado el año 1882 


¡Querido hijo!

Hace seis meses que me hablaron de una balsa que no llegó a su destino. Hace seis meses que en mi locura me arrojé ante un camión. Y desde entonces me senté a esperar tu llamada, tal como me dijiste que harías al llegar. Hoy cumplirías treinta años. Parece que fue ayer cuando te asomaste entre mis piernas. 

Esta mañana me detuve largo rato ante tu foto. Tenías cinco años. La alcancía cayó desde lo alto del aparador de la cocina y no nos quedó más remedio que hacernos un regalo. Para ti compré una ambulancia blanca con una cruz roja. ¿La recuerdas? Tenía una sirena tan estridente que hasta en el parque resultaba molesta. Para mí, una máquina de fotos con su peculiar click. Aún la conservo.

La vecina viene todas las mañanas, ha colocado un cordel desde mi cama pasando por la terraza hasta su casa. Cuando la necesito tiro de él y a ella le suena una campanilla. Claro que podría llamarla a gritos, pero así tiene mayor encanto, me explicó. Tu tía llega del trabajo al caer la tarde. Ha venido a vivir conmigo. Cada día que pasa me voy defendiendo mejor con esta silla que se ha convertido en mis piernas.

Por las noches oigo las olas que se deslizan a través de las grietas de aquellas rocas quebradas de la bahía, que tanto te gustaba alcanzar nadando. Su rumor me recuerda a ti. ¡Añoro tantas cosas! De pequeño sentado en mi regazo, con el vaivén de la mecedora te quedabas adormilado. Ahora estoy, como toda una señora, con una manta y un vacío sobre las rodillas. 

He pensado que tú y yo deberíamos tener un secreto. Escribiré dos cartas, dos veces por semana. Una por la mañana que irá dirigida a ti y otra al atardecer que será para mí.

En la tuya iré contando lo que ocurre en el barrio, cómo les va a tus amigos y te haré miles de preguntas. En la otra vendrán las respuestas. No te preocupes por el qué dirán, pues nadie se va a enterar. Este es el plan: escribo, pego los sellos, abro la que viene a mi nombre y luego junto las dos y las rasgo en cachitos muy pequeños.

Te echo tanto de menos, hijo mío. Entre una carta y otra, piensa en mí con fuerza y sentirás los besos que te envío.

Mamá.





© Marieta Alonso Más

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